Desarrollo Urbano

Punto de partida del camino Nacional de la Salina, la vía a Chita y el antiguo Camino de Cusirí.

Esta casa de nueve tiendas fue construida por don Luis Buitrago Ojeda y se denominó “Los Nueve Estados”, para recordar los tiempos de la presidencia del General Santos Gutiérrez, cuando Colombia se dividía en los Estados de Antioquia, Boyacá, Bolívar, Cauca, Cundinamarca, Magdalena, Panamá, Santander y Tolima. En estas guaraperías se vendía: tamales, mute, caldo, gallina,  cuchuco de trigo con espinazo de marrano, pasteles, chorizas, rellenas, cabeza de cordero y chicha.  Aquí llegaban los arrieros y comerciantes de sal, para degustar la comida y tomar guarapo.

Casa construida en la segunda mitad del siglo XIX por el señor Mateo Leal Álvarez, en un lote comprado a Ricardo Bernal y Teresa Navas. En 1911 la entregó a su nieta Ana Sixta Leal, esposa del General Campo Elías Gutiérrez, jefe liberal de varias contiendas civiles del siglo XIX y de la guerra de los Mil Días. Posteriormente, la casa perteneció a la distinguida matrona Doña Sixta Tulia Gutiérrez Leal, casada inicialmente con el doctor Milciades Salazar y luego con el señor Gabriel Villamarín, padres entre otros hijos del doctor Hernán Villamarín Gutiérrez.

Esta casa fue segregada de la vivienda de Doña Sixta Tulia Gutiérrez. En 1956  transferida mediante permuta al señor Abigail Zambrano Daza, quien la vendió el mismo año en 5.000 pesos a Don Gonzalo Vera. El señor Vera fue una persona autodidacta en derecho y versado en medicina, elaboraba medicamentos y atendía una botica.  Se desempeñó en la vida pública como notario, juez, diputado a la Asamblea de Boyacá y concejal de El Cocuy durante muchos años.

Desde los tiempos de la colonia y hasta mediados del siglo XX, esta vía se denominaba camino real y era el sendero principal de circulación de arrieros que extenuados guiaban sus recuas de mulas rumbo a La Salina para aprovisionarse de sal.

Perteneció en el siglo XIX a la sociedad conyugal integrada por el doctor Joaquín María Espinel y la señora Genoveva Cújar, padres entre otros hijos de Ana Espinel Cújar, quien habitó  esta vivienda y casó en 1887 con el doctor Olimpo Gallo Mora, naciendo de este matrimonio el 20 de abril de 1904 el Ingeniero Olimpo Gallo Espinel, descubridor de las minas de hierro de Paz de Río, origen de las siderúrgicas más importantes de Colombia.  Según el historiador Milton Puentes: “como todo tiene en la vida sus dolorosas paradojas, a Olimpo Gallo jamás se le tuvo en cuenta después ni para desempeñar una portería en las suntuosas oficinas de Paz de Río, y su nombre no figuró entre los diez mil invitados por el gobierno cuando se inauguraron los hornos”. 

La construcción de esta plazoleta se inició en 1868 con el nombre de “Plazuela de Las Puentecitas”, debido a que por el lugar cruzaba una quebrada y existía un puente de piedra para pasar la calle.  En 1884 se le cambió el nombre por el de “Plazoleta Santos Gutiérrez”, como un homenaje al benemérito general cocuyano José Santos Gutiérrez, presidente de Colombia en el periodo 1868–1870. En 1910 se pintó el escudo y se comenzó a diseñar un parque dedicado a la heroína Policarpa Salavarrieta. 

Construida por los esposos Primitivo Monroy y Elvia Mesa. El señor Monroy se desempeñó en la vida pública como concejal, personero y alcalde de El Cocuy. El 6 de mayo de 1914 fue designado por el cura Marco Aurelio Quintero como miembro de la junta directiva de la construcción del actual templo parroquial, cargo que aún ocupaba en 1929.  En 1948 en el juicio de sucesión de la sociedad conyugal la casa fue avaluada en 7.000 pesos.

Perteneció al General Julián Arango, natural de Antioquia, avecindado en el Norte de Boyacá hacia los años comprendidos entre 1870-1880. Fue jefe del Batallón Güicán en varias conflagraciones civiles y en la guerra de los Mil Días. En noviembre de 1893 firmó con el gobernador de Boyacá Jorge Moya Vásquez, un contrato para realizar el trazado y construcción del camino de Cusirí a Tame, obra  pensada para comunicar comercialmente a El Cocuy con los llanos de Arauca y Casanare. El 18 de septiembre de 1943 su hijo Luis María Arango Vargas la vendió en 2.500 pesos al señor Arcadio Avendaño.

En las casas de este sector habitaban familias de apellido Consuegra.

El general Santos Gutiérrez nació en esta casa el 24 de octubre 1820. Hijo legítimo de Juan Ignacio Gutiérrez y María Ramos Prieto. Era alto, vigoroso y muy bien conformado; tenía en el rostro una marcada expresión de caballero, por su aire de franqueza y lealtad. Hablaba con acento fuerte y bastante nasal, y de ordinario se expresaba con laconismo y energía. Su mirada era suave, pero perspicaz y maliciosa, y su sonrisa afable y sin doblez. Denotaba clara inteligencia, mucha sagacidad, poder de voluntad, perseverancia y un valor intrépido y audaz.  Se graduó como abogado en la Universidad Central de Bogotá. Fue miembro de la Cámara de Representantes, Senador de la República, miembro de la Convención Nacional de Rionegro, presidente de varios Estados Soberanos y de Colombia entre el 1 de abril de 1868 y el 31 de marzo de 1870. General invicto en las guerras civiles de mediados del siglo XIX. Según Milton Puentes: “Así como era de inmenso su valor era de ilimitada su generosidad, nunca un fusilamiento, ni un ultraje, ni una bajeza para con los vencidos”. Lo llamaban “El Tuso”, por haber quedado con el rostro hoyoso o picoso, por las viruelas que lo atacaron un mal día de su vida. Don Aquileo Parra lo llamó el “Garibaldi Colombiano”. Falleció en Bogotá el 6 de febrero de 1872.

En esta casa habitó Don Virgilio Salazar Puentes, casado  con María Josefa Eslava. Militó en la guerra de los Mil Días como Segundo Jefe del Batallón Santos Gutiérrez, y asistió a las acciones de armas de “Gramalote”, “Terán”, “Palonegro” y “Capitancitos”. Por la arremetida de las fuerzas del gobierno, huyó a Venezuela hasta llegar a San Cristóbal, ciudad donde recibió la noticia de los tratados de paz de Wisconsin, y regresó nuevamente por Cúcuta a su población natal. En tiempos de paz trabajó en El Cocuy como comerciante y fue elegido en varias ocasiones como alcalde, personero, concejal y juez del Circuito.

Según la tradición oral de nuestros antepasados, El Cocuy fue fundado por el conquistador alemán Jorge Spira, quien avanzando con sus soldados por montañas, llanos y selvas de la actual Venezuela llegó a la comarca de Los Laches. En 1918 un cocuyano escribía: “Refiérese que después de atravesar dicha región montañosa, selvática y cubierta siempre de brumas, y ya en la falda occidental de la serranía, llegó Espira con su gente en una espléndida tarde de verano a la cima de una alta colina llamada desde entonces La Isleta, desde donde divisaron un valle y le dieron el nombre de El Cocuy, que significa LUZ DE LA TARDE, nombre que ha conservado hasta nuestro tiempos”.

Esta casa pertenecía en las primeras décadas del siglo XIX al señor Francisco Javier Barbosa Núñez, casado con Ana Josefa Alvarado, con quien tuvo amplia descendencia. Entre los hijos de este matrimonio cabe destacar al abogado Faustino Barbosa Alvarado, quien fue miembro de la Cámara de Representantes por la Provincia de Tunja (1840 a 1842), Senador de la República (1853), y Diputado a la Asamblea del Estado Soberano de Boyacá (1866 a 1868).

Casa construida por el “turco” Simón Mendoza, comerciante nacido en 1899 en la localidad de Betegrín, República de El Líbano. En el local organizó un almacén de telas y trabajó durante las décadas de 1930 y 1940. Entre sus hijos se encuentra el escritor colombiano Mario Mendoza. 

Perteneció en el siglo XIX al señor Evangelista Bernal, casado en 1857 con Sergia Ibáñez. En 1905, la señora Ibáñez vendió la casa en 1500 pesos al señor Gabriel Domínguez Yeja, quien era natural de la localidad de Bismisir – República de El Líbano, y se estableció iniciando el siglo XX en El Cocuy. Adoptó el apellido Domínguez y trabajó como empresario. Integró el 10 de febrero de 1914 la “Sociedad Industrial de Carrasco, Domínguez y Compañía”, empresa que suministró por primera vez el alumbrado eléctrico a El Cocuy, uno de los primeros municipios de Boyacá  que se benefició con este servicio. En 1920 fundó con otros socios una sociedad comercial denominada “Sericicultura de El Cocuy”. Después de la segunda mitad del siglo XX la casa perteneció al señor León Calixto, quien organizó un almacén de telas.

En esta casa funcionó la Cárcel del Circuito de El Cocuy, integrada por un patio para hombres y otro para mujeres. El  15 de febrero de 1876 se fugaron 10 reclusos, según el testigo Desiderio Leal:  “Mandó Sacramento Bayona, quien se hallaba preso, por unos cuatro reales de aguardiente y les dio a todos los que estaban ahí presos, que el declarante estaba algo rascado por las copas que le dieron y se acostó a dormir como a las ocho de la noche, y los otros presos se quedaron jugando  al naipe y Bayona se quedó escribiendo, y a media noche se recordó para ir a orinar  en la misma pieza y notó que estaba la puerta del calabozo abierta y viendo esto llamó al alcaide de la cárcel Bautista Díaz y le dijo que se habían ido los presos, entonces se dirigieron para el corral para examinar por donde se habían ido, y encontraron en el corral una vela encendida puesta en el agujero por donde se fugaron”.

Casa donde habitó Doña Carolina Gallo, insigne matrona cocuyana.  Propietaria de gran parte de las tierras de las veredas de “El Palchacual” y “El Mortiño”. En 1957 el periódico cocuyano “El Imparcial” se refería a ella: “Cuando salía, vestía elegantemente como una gran dama europea, saludaba con cariñosas sonrisas a todas las personas por igual. En las fiestas patrias o reuniones sociales, se convertía en el personaje central por su variada conversación, su gran dignidad y su inagotable simpatía. El gusto refinado estaba en todo lo que la rodeaba, vestidos, joyas, mobiliarios y en todos los detalles de su casa”.

En esta vivienda habitó el General Baldomero Tarazona Quintero, nacido en San Mateo en 1864.  Casado con la señora Herminia Angarita Castro. Fue presidente del Concejo Municipal de El Cocuy (1904 a 1909), Representante a la Cámara (1911 a 1913 y  1925 a 1927), Juez del Circuito de Gutiérrez (1913 y 1914), Gobernador de Boyacá en 1923, y miembro de la Junta que en 1914 inició los trabajos de construcción del templo parroquial. El 31 de diciembre de 1904 nació en esta casa su hijo Alfonso Tarazona Angarita, quien fue Ministro de Salud en la Presidencia de Roberto Urdaneta y Gobernador de Boyacá en el periodo 1953–1954. La casa perteneció luego al señor Luis Morales, quien con el teniente Arturo Ojeda comandaron un pelotón de 300  macheteros en la batalla que se libró  el 16 de enero de 1901 en Chita, durante la Guerra de los Mil Días.

La Parroquia De Nuestra Señora Del Rosario

Su historia comienza en el siglo XIX cuando existía un pequeño templo que no daba abasto para el gran número de feligreses, Se necesitaba un templo nuevo, más espacioso y acorde con la categoría de El Cocuy como capital de la Provincia de Gutiérrez. Para ello el cura párroco Marco Aurelio Quintero, el 29 de agosto de 1914 conformó una junta directiva para que se  encargara de iniciar la construcción del nuevo templo. Se contrató al maestro especializado en construcciones Marco Antonio Pulido, quien firmó un contrato por el valor de novecientos cincuenta pesos, comprometiéndose a construir el templo de acuerdo con un plano que se estaba diseñando. La junta se comprometió a suministrar todos los materiales y utensilios necesarios para llevar a cabo la construcción del nuevo templo con la primera torre. En la década de 1940 se terminó la obra siendo encomendada a Nuestra Señora del Rosario y al Señor de Las Misericordias, patronos de El Cocuy. La segunda torre no fue posible hacerla debido a la inestabilidad del terreno y al gran peso que representaría su construcción. Es uno de los templos más hermosos de Boyacá por su arquitectura y sus materiales de construcción como el calicanto y la piedra de sus columnas.

La construcción de la casa cural se hizo hacia finales del siglo XVIII gracias al trabajo mancomunado de los cocuyanos en el costado norte de la antigua plaza de mercado, hoy Parque Olimpo Gallo, junto al templo parroquial. En el año 1864 el cabildo municipal se apropió de la casa para acomodarla como escuela pública y comenzó a llamarse como “Casa de la Filarmónica”. Finalmente, se le reconoció a la iglesia la propiedad de la casa cural y se destinó como lugar de residencia de los párrocos. 

En esta vivienda habitaron las hermanas María Ester y Rosa Elvira Saravia Cújar, hijas del general Félix María Saravia. Distinguidas damas de la sociedad cocuyana que se caracterizaron por su probidad, elegancia y generosidad.

El 1 de noviembre de 1890 se inauguró en esta casa el primer hospital de caridad que existió en El Cocuy, denominado GREGORIO RUIZ, en homenaje a su principal benefactor. La casa construida estaba compuesta de una sala para hombres, una para mujeres, una cocina, una despensa y una habitación para enfermos pensionados. El señor cura Emigdio de Jesús Espinel se desempeñó como capellán, y los doctores Rosendo Aconcha, León Espinel y Lucas Carreño prestaban generosa y gratuitamente sus servicios médicos.